Esta mujer, quien trabajaba como agente inmobiliaria, conoció en el 2011 a Marcel Amphoux, un millonario francés 25 años mayor que ella, quien a pesar de posser incontables tierras, vivía solo en una cabaña, sin agua ni servicios eléctricos, en la localidad de Puy-Saint-Pierre.
Luego de casarse con él, Sandrine levantó mucha polémica, pues sus vecinos afirmaban que solo quería estar con él por su dinero.
Su esposa pensabaque recibiría una jugosa cantidad de dinero al acudir a la lectura del testamento, pero grande fue su sorpresa al descubrir que el anciano, le había legado todo a una prima y a sus vecinos.
Ante esto, la mujer abrió un alegato en los tribunales para protestar por la irregularidad del documento.
Ella afirmaba que Marcel había dejado una nota con su verdadera voluntad, semanas antes de morir, donde le dejaba todo a ella. Sin embargo, finalmente las autoridades tuvieron que darle la razón al primer testamento, dejándola sin nada.
Marcel contaba con cinco lujosas cabañas próximas a la estación de esquí Serre Chevalier, valoradas en millones de euros.
Durante el tiempo en que estuvo casado con Sandrine, continúo viviendo como un ermitaño en su casa del bosque, mientras ella permanecía en París.
La mujer fue muy criticada porque todo el mundo pensaba que estaba manipulando al ermitaño para quedarse con su dinero, aunque fue éste el que decidió que ella no recibiera nada, hecho respaldado por la justicia después de que ella hubiera reclamado lo que consideraba su parte.